Artículo publicado en El Comercio, Martes 03 de febrero de 2009
Por Eduardo Zegarra
La producción de fibra de alpaca involucra a decenas de miles de pobladores altoandinos, que en los últimos años habían empezado a aumentar sus ingresos por mejoras en precios, en su organización y en los procesos de certificación de la calidad de la fibra. Hoy, todos estos avances se están esfumando como efecto colateral de la drástica caída de la demanda por exportaciones textiles hacia nichos exclusivos en países desarrollados. Los productores alpaqueros y sus familias son un grupo poblacional muy vulnerable, el cual debe ser inmediatamente atendido por el gobierno con apoyos específicos en el marco del plan anticrisis y otras iniciativas.
El mayor problema es la dramática caída en el precio de la fibra de 14 soles por libra a solo 4 soles, en un contexto en que las compras de la industria prácticamente se han paralizado. La industria aduce un aumento significativo en sus inventarios, justo cuando los productores entran a la etapa de producción. Con los precios actuales, miles de familias alpaqueras tendrán una muy grave caída en sus ingresos, con efectos adversos en la salud, alimentación y educación de sus hijos.
En este contexto, el Gobierno debe evaluar dos tipos de medidas inmediatas de apoyo al sector de productores alpaqueros. En primer lugar generar una transferencia directa de recursos a las familias productoras, usando el programa Juntos con un buen sistema de información sobre las familias que deben ser atendidas. Este apoyo evitaría efectos negativos en las decisiones familiares sobre alimentación y salud de la población más vulnerable, y por otro lado podría evitar un sacrificio masivo de animales ante la drástica caída de precios.
El otro aspecto de las medidas por considerar son formas efectivas y rápidas de reactivar el mercado de la fibra de alpaca. Esto pasa por apoyar con líneas de crédito (por ejemplo de Cofide) a la industria para que pueda adquirir fibra a precios más competitivos, así como apoyar directamente a los productores organizados en centros de acopio. Igualmente, el Estado puede evaluar el otorgamiento de un subsidio temporal al precio de la fibra de alpaca bajo un esquema de formalización de los productores similar al de los productores de algodón.
En cualquier escenario se requieren tres cosas. Primero una clara decisión política del Gobierno por apoyar a sectores más vulnerables ante los efectos de la crisis internacional. En segundo término, se requiere un buen sistema de información y registro de la población de productores, el cual debe garantizar que la ayuda llegue a quienes la necesitan. Y tercero, eficacia y capacidad de coordinación de la administración pública para diseñar e implementar las medidas de acuerdo a la urgencia, y siempre teniendo en cuenta la protección del bienestar de las familias beneficiarias. Como ciudadanos debemos exigir que el Gobierno esté a la altura del desafío, algo que lamentablemente no ha venido ocurriendo como lo demostró la respuesta estatal al terremoto del sur.
El mayor problema es la dramática caída en el precio de la fibra de 14 soles por libra a solo 4 soles, en un contexto en que las compras de la industria prácticamente se han paralizado. La industria aduce un aumento significativo en sus inventarios, justo cuando los productores entran a la etapa de producción. Con los precios actuales, miles de familias alpaqueras tendrán una muy grave caída en sus ingresos, con efectos adversos en la salud, alimentación y educación de sus hijos.
En este contexto, el Gobierno debe evaluar dos tipos de medidas inmediatas de apoyo al sector de productores alpaqueros. En primer lugar generar una transferencia directa de recursos a las familias productoras, usando el programa Juntos con un buen sistema de información sobre las familias que deben ser atendidas. Este apoyo evitaría efectos negativos en las decisiones familiares sobre alimentación y salud de la población más vulnerable, y por otro lado podría evitar un sacrificio masivo de animales ante la drástica caída de precios.
El otro aspecto de las medidas por considerar son formas efectivas y rápidas de reactivar el mercado de la fibra de alpaca. Esto pasa por apoyar con líneas de crédito (por ejemplo de Cofide) a la industria para que pueda adquirir fibra a precios más competitivos, así como apoyar directamente a los productores organizados en centros de acopio. Igualmente, el Estado puede evaluar el otorgamiento de un subsidio temporal al precio de la fibra de alpaca bajo un esquema de formalización de los productores similar al de los productores de algodón.
En cualquier escenario se requieren tres cosas. Primero una clara decisión política del Gobierno por apoyar a sectores más vulnerables ante los efectos de la crisis internacional. En segundo término, se requiere un buen sistema de información y registro de la población de productores, el cual debe garantizar que la ayuda llegue a quienes la necesitan. Y tercero, eficacia y capacidad de coordinación de la administración pública para diseñar e implementar las medidas de acuerdo a la urgencia, y siempre teniendo en cuenta la protección del bienestar de las familias beneficiarias. Como ciudadanos debemos exigir que el Gobierno esté a la altura del desafío, algo que lamentablemente no ha venido ocurriendo como lo demostró la respuesta estatal al terremoto del sur.
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