Fortalecer el Programa Wawa Wasi (WW)


Artículo publicado en Perú 21, Jueves 31 de Julio del 2008

Por Santiago Cueto, Niños del Milenio, Grade


El programa de atención infantil Wawa Wasi del Mimdes viene ayudando significativamente, desde 1993, a familias de escasos recursos (guarderías infantiles diurnas, nutrición, salud, educación y orientaciones a los padres). Dicho programa cuenta con 6678 Wawa Wasi –en la mayoría de casos funcionan en los hogares de las mismas madres cuidadoras– que atienden a 53,000 niños de entre seis y 48 meses. Diversos estudios demuestran que los Wawa Wasi cuentan con gran aceptación de los usuarios. Así, muchas madres de familia sienten que pueden dejar a sus hijos en un lugar seguro y dedicarse a trabajar o estudiar. El rol de los Wawa Wasi como centros que promueven el desarrollo motor, social, intelectual y emocional de los niños es, a menudo, menos reconocido, pero igualmente importante.

El programa opera a través de 33 sedes desconcentradas, que tienen a su cargo los 510 comités de gestión local. Estos comités, integrados por voluntarios de la comunidad, se encargan de administrar los fondos que les hace llegar el Estado y vigilar la buena marcha de los Wawa Wasi a su cargo. En los últimos meses hubo una iniciativa para poner los Wawa Wasi bajo la jurisdicción de las municipalidades provinciales, como se ha hecho con otros programas de lucha contra la pobreza. Esta iniciativa se ha postergado y habrá que analizar con detenimiento los pro y los contra de descentralizar un programa que, por su diseño, ya está cerca de las comunidades en las que trabaja.

En épocas como las actuales, de crecientes oportunidades de trabajo y cuando muchas madres con escasos recursos podrían empezar a trabajar fuera del hogar o aumentar su jornada, los Wawa Wasi aparecen como una opción interesante que podría ser reforzada y ampliada. El programa tiene pendientes, sin embargo, algunos retos: la inversión que se hace, de alrededor de 48 millones de soles durante el año 2007, es muy reducida para los ambiciosos objetivos trazados. Además, el programa ha sido enfocado en zonas urbanas, aunque ha iniciado una modalidad para zonas rurales (Qatari Wawa). Estas deberían ser ampliadas en comunidades de pobreza extrema para lograr sus múltiples e importantes objetivos, entendiendo que no se trata solo de una guardería infantil, sino de un programa que busca el desarrollo integral de niños y niñas en una etapa decisiva de su desarrollo. Estudios internacionales sugieren que programas similares a Wawa Wasi tienen un gran potencial para alcanzar estas metas, pero requieren ser considerados un elemento clave en la lucha contra la pobreza.

Ahora que el presidente García ha anunciado en su discurso a la nación la prioridad de la población pobre en el panorama social, los Wawa Wasi aparecen como una oportunidad para ser reforzados.


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La inflación de los alimentos


Artículo publicado en El Comercio, Martes, 22 de Julio del 2008

Por EduardoZegarra M. Grade


La información sobre inflación de alimentos adquiere crucial importancia para la toma de decisiones en el contexto actual. El shock de precios de alimentos ya ha afectado a millones de familias peruanas y la evidencia señala que el efecto ha sido bastante diferenciado entre Lima y el interior del país, y entre zonas urbanas y rurales, algo que la estadística oficial no refleja apropiadamente. Por ejemplo, la inflación anualizada de alimentos a junio del 2008 ha sido de 9,8% en Lima, pero de 15% en Pucallpa, de 17% en Chimbote, de 18% en Tacna, de 20% en Chiclayo y Cusco, y de 22% en Moquegua. La mayor tasa inflacionaria de alimentos con respecto a Lima (que tiene la menor tasa en todo el país) se ha sentido en prácticamente todo el resto de capitales de departamento.

Es por esto fundamental que el INEI empiece a presentar las cifras de inflación de alimentos en forma más detallada a nivel geográfico señalando las tendencias más importantes acumuladas desde que se inició el actual proceso de alzas (junio 2007).

En segundo término, en un estudio reciente medimos la inflación de una canasta de 14 rubros alimenticios sobre la base de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) y encontramos que la inflación en las zonas rurales ha sido el doble que en las zonas urbanas del país en el 2007. Esto indica que la inflación alimentaria ha afectado mucho más a las zonas rurales, en donde el componente de alimentos es mucho mayor en el gasto de las familias.

No obstante, el INEI no mide precios en zonas rurales, lo que deja por lo menos a un tercio de la población nacional fuera de la información necesaria para tomar medidas de política. No extraña que el Gobierno solo haya atinado a un cuestionado reparto de bolsas de alimentos en algunas zonas periféricas de Lima, sin mayor atención a lo que viene sucediendo en el resto del país.

Lo que ocurre con la inflación de alimentos requiere de mayor atención a la situación de los grupos vulnerables. Un 40% de peruanos vive en pobreza, cifra que sube a 70% en zonas rurales. Si los precios de alimentos se han incrementado entre 15% y 20% en un año, la capacidad de compra de las familias pobres se ha reducido de manera desproporcionada y enfrentan un potencialmente grave deterioro alimentario. Hemos calculado con Enaho que el déficit calórico ha aumentado en 3% en las familias peruanas en el segundo semestre del 2007 con respecto al mismo período del 2006. En medio del alto crecimiento económico, al Gobierno se le ha 'pasado' este dato fundamental.

Es crucial que se tomen medidas inmediatas para evitar que se deteriore aun más la situación alimentaria de millones de peruanos. Para empezar, se deben analizar con mayor cuidado las cifras de inflación para evitar el sesgo Lima y que así se descuide a las regiones donde el descontento es creciente y generalizado.

El INEI debe implementar inmediatamente una metodología para medir los precios de alimentos en zonas rurales y en ciudades intermedias, donde tenemos millones de ciudadanos que no tienen representación en las estadísticas oficiales. Finalmente, el Gobierno debe evaluar con seriedad la creación de un consejo nacional de seguridad alimentaria para enfrentar con políticas coherentes y de alto consenso este complicado panorama.


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No se puede presentar inflación de Lima como si fuera la del país


Entrevista publicada en La República, Domingo, 20 de Julio del 2008


EDUARDO ZEGARRA M. Economista e investigador de Grade sostiene que el gobierno debe crear autoridad política en materia alimenticia para prevenir posibles efectos de inflación subyacente.

Emilio Camacho

¿Qué tan grave es la inflación que tenemos en el país?
Lo que se está planteando es que el Perú tiene la menor inflación de la región en promedio. Eso es bueno, pero no hay que perder de vista que la inflación en el precio de los alimentos es significativa. En este rubro tenemos cerca de un 10% de inflación en los últimos doce meses.

…Y esto de hecho golpea a los más pobres.
Los golpea, claro, porque en los hogares pobres se destina el 70% del gasto mensual para alimentos. La inflación acumulada en alimentos para este año debe estar por el orden del 5% o 6%. Ahora, no hay que perder de vista que la inflación que mide el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) se concentra solo en zonas urbanas y sobre todo en Lima Metropolitana. Sin embargo, hay evidencia en la encuesta de hogares de que la inflación ha sido el doble en zonas rurales.

¿Estamos hablando de 20%?
Podría estar en 20%. Lo que pasa es que la encuesta solo llega a fines del año 2007.

¿Por qué el INEI no tiene cifras de las zonas rurales?
El INEI no toma cifras de precios en rurales y el Índice de Precio al Consumidor (IPC) se concentra en mediciones en Lima Metropolitana. Más allá de las razones, hay un enorme déficit metodológico que debemos resolver lo más pronto posible porque no podemos presentar la inflación de Lima como la inflación del país. Cuando nos comparamos con otros países en realidad no sabemos si estamos comparando a Lima con otros países o a todo el país con un vecino.

El gobierno dice que la principal causa de la inflación son factores externos: el incremento del precio del petróleo y de los alimentos que se importan. ¿Esto es cierto? ¿No hay ninguna responsabilidad del Ejecutivo?
Yo diría que la lectura del gobierno es real. El grueso del impacto inflacionario en alimentos viene de los importados. Sin embargo, tampoco hay que dejar de notar que en la agricultura peruana hay un serio problema de productividad. La respuesta de los agricultores ante el alza ha sido la de aumentar las hectáreas sembradas de arroz, con lo cual se consume demasiada agua y se reduce el espacio para otros cultivos como las legumbres y hortalizas. Tampoco hay que olvidar que el precio de los insumos agrícolas se ha disparado. La úrea, por ejemplo, ha aumentado en 50%, el transporte también. Por lo tanto, el productor agropecuario tampoco está beneficiándose. En algunos casos tiene pérdidas. Por ende, los productores están descontentos, los consumidores también. Hay un malestar generalizado.

¿Y cómo influye en la inflación la mayor producción de arroz?
A ver, los agricultores se han orientado a los cultivos de mayor precio, como el arroz y maíz, desplazando a las hortalizas o las frutas. Con esto, el componente nacional de inflación en alimentos está siendo tan importante como el importado. Cómo le dije, esta es una reacción de los agricultores a la poca productividad agrícola.

El presidente de Sierra Exportadora, Gastón Benza, dice que el ministerio de Agricultura debió contribuir a la mayor producción de alimentos para que el impacto de la inflación fuera menor. ¿Tiene asidero esta posición?
Yo creo que la falta de previsión no es solo de Agricultura. Hay que entender que el tema alimentario no es responsabilidad del ministro de Agricultura, Ismael Benavides, y yo diría que de nadie, porque en el Perú no hay ningún sector que se encargue de este tema.

¿Entonces sugiere que se cree una autoridad que se encargue del tema alimentario?
Así es. El problema acá es que nadie es responsable político ni sectorial por el tema de la alimentación. Y no se lo podemos pedir al ministro de Agricultura, porque en teoría el debe defender los intereses de los productores agrarios. Es más, en las funciones del ministerio de Agricultura en ningún lugar dice que se debe ocupar del abastecimiento y la alimentación.

‘‘Los programas sociales deben reestructurarse’’

¿Su propuesta de autoridad en materia alimentaria no genera mayor burocracia?
No sé si mayor burocracia, pero estas funciones deben estar claramente delimitadas. La sociedad requiere que un responsable político vele por este tema y actualmente no hay. Además, puede ser sin burocracia. Se puede establecer un Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria, que es un organismo que puede plantear políticas y medidas de corto y mediano plazo en este tema.

¿Este Consejo puede estar adscrito al Ceplan, que está a punto de instalarse?
Puede ser. Lo urgente es que estas funciones tengan un responsable.

¿Los programas sociales qué tanto puede ayudar en la prevención de la inflación?
Yo creo que pueden ayudar mucho más. Creo que son programas muy mal focalizados e ineficientes. Su principal problema es que no articulan adecuadamente al productor con el beneficiario y encima hay muchos gastos administrativos. Creo que una parte central de la política de seguridad alimentaria tiene que ser una reestructuración de estos programas, para que atiendan a los más vulnerables y no a los que tiene más capacidad de presión política.


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El trabajo infantil y la agenda interna

Artículo publicado en Perú 21, Miércoles 02 de Julio del 2008

Por Carmen Ponce, Investigadora de GRADE


En enero del 2009 entrarán en vigencia los tratados de libre comercio con Estados Unidos y con Canadá. En ambos casos, los compromisos incluyen la erradicación efectiva del trabajo infantil, en conformidad con los convenios de la OIT ratificados por el Perú en el año 2002.

Aunque es un asunto importante, la erradicación del trabajo infantil y la regulación adecuada del trabajo adolescente no ocurren automáticamente por la promulgación de leyes o por la firma de convenios internacionales.

Al respecto, dos temas requieren atención urgente.

1. ¿Cómo erradicar las peores formas de trabajo infantil? La literatura especializada reconoce que la pobreza es el principal factor que impide que los miembros más jóvenes del hogar prescindan de trabajar. En ese sentido, algunos estudios señalan que las transferencias condicionadas pueden contribuir a la reducción del trabajo infantil. No obstante, es importante mantener las condicionalidades positivas (asistencia a la escuela) y evitar la introducción de condicionalidades negativas (prohibición del trabajo), las que podrían -sin quererlo- trasladar a los niños trabajadores a la clandestinidad y a empeorar su situación.

2. Mientras avanzamos en la erradicación del trabajo infantil, ¿cómo impedir que se amplíen y que se hagan perpetuas las brechas entre los niños y los adolescentes que trabajan y los que no? Esta pregunta es tan importante como la anterior si reconocemos que no es posible cambiar la situación (como no es posible reducir la pobreza) en un abrir y cerrar de ojos.

Según el Estado de la Niñez en el Perú, elaborado por investigadores de GRADE por encargo de UNICEF, el atraso escolar es mayor entre niños y adolescentes que trabajan que entre los que no lo hacen. ¿Tenemos estrategias educativas que respondan a las expectativas y a la disponibilidad de tiempo de los niños y de los adolescentes trabajadores? Los centros educativos regulares atienden a la gran mayoría de estudiantes menores de 18 años, pero no cuentan con la flexibilidad en horarios y con la estrategia pedagógica que permita atender a chicos con jornadas laborales intensas.

La limitada información disponible es uno de los principales obstáculos para el diseño de políticas efectivas de prevención y erradicación del trabajo infantil y de apoyo a los niños y a los adolescentes trabajadores en su proceso formativo. En este sentido, la pronta publicación de los resultados de la Encuesta de Trabajo Infantil del INEI contribuirá a entender mejor la dimensión y la heterogeneidad del problema y, con ello, abrir espacios plurales de debate y de diseño de políticas.


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