Se requiere un bono alimentario


Entrevista a Eduardo Zegarra, publicada en El Comercio, 16 de Enero del 2010

El economista de Grade deja al descubierto lo vulnerable que es nuestra población frente al alza de precios de los alimentos

Por: Marienella Ortiz Ramón

Si en un año en que crecimos 10% —como ocurrió el 2008— el número de pobladores con déficit calórico —léase hambre— aumentó en 1,2 millones de personas es un hecho que debería llamar a una profunda reflexión. Este llamado de atención lo realiza el economista de Grade Eduardo Zegarra, que junto a Jorge Tuesta tuvo por encargo de la FAO determinar el impacto del shock de precios de los alimentos que se vivió entre el 2007 y el 2008. Para Zegarra los peruanos pobres y no tan pobres están indefensos frente a los vaivenes externos en los precios de los alimentos, y eso requiere de soluciones urgentes, más aun cuando un shock similar podría repetirse este año, aunque en menor escala.

¿Cuál es la principal conclusión del informe?
Que el Perú carece de una política de seguridad alimentaria, lo que se vio muy bien reflejado en el shock de precios del 2008. El estudio se centró en medir el déficit calórico utilizando el indicador del INEI que evalúa si una familia está consumiendo los alimentos necesarios al día; si no lo logra, tiene déficit, y es una manera de decir que tiene hambre.

¿Y cuál fue el resultado?
El déficit calórico subió en el Perú de 28% a 31,6% entre el 2007 y el 2008. De un total de 8 millones de personas subió a 9,2 millones. Es un incremento muy significativo en un año en el que la economía del Perú creció 10% y cayó la pobreza en 4%.

Es paradójico.
Y nos lleva a pensar que no debemos ver solo la cifra de pobreza calculada en función de un gasto teórico de las familias. Debería ser una costumbre ver otros indicadores, como el déficit calórico, la desnutrición infantil y el acceso a los programas sociales. Además, otra cosa paradójica que vimos fue la caída del acceso de la gente a los programas sociales en plena crisis de precios.

¿Por qué?
Los programas sociales tenían el mismo presupuesto, pero los alimentos subieron. Allí es donde observamos poca capacidad de respuesta del Estado.

¿No fue una buena alternativa tocar las puertas de las casas para dejar alimentos?
Eso fue básicamente un show. Debió haber una reestructuración de los programas alimentarios, darles más recursos. En el Perú solo 50% de la población con déficit calórico tiene acceso a un programa alimentario, es decir, que de 9,2 millones solo 4,5 millones o 4,6 millones acceden a algún programa social. De otro lado, se ven cosas preocupantes: el déficit calórico en las zonas rurales aumenta tremendamente en el verano, en las vacaciones escolares, cuando los niños no reciben desayuno escolar o el vaso de leche. En general, los programas no están diseñados para enfrentar el problema alimentario de fondo: el déficit calórico.

Hace poco se dijo que la desnutrición había caído.
Sí, y eso se debe a cómo se mide la desnutrición a través del indicador de talla y peso. Mucho de esos buenos indicadores tienen que ver con mejores programas de salud y de atención a las madres, pues un niño no crece bien porque tiene muchas diarreas. No es que hayan mejorado los programas alimentarios. Este gobierno no le ha dado mayor prioridad al tema alimentario. Siempre repito que Lula (de Brasil) tiene el 80% de aceptación en gran parte por el éxito que tuvo el programa Hambre Cero, que garantiza a cada brasileño tres comidas al día.

¿Cómo replicar Hambre Cero?
Creo que cada país tiene que mirar su modelo. La creación del Consejo de Seguridad Alimentaria me parece central. También tendríamos que ir por el llamado bono alimentario, sin mucha burocracia ni logística. Con las cifras actualizadas al 2009, al menos se tendría que entregar un bono de US$88 a cada poblador anualmente.

¿Esto sería darle un cheque al poblador?
No sería un cheque de libre disponibilidad; es un bono para canje de ciertos alimentos. Si nos centramos en los más pobres, la cifra total del programa sería de US$570 millones al año.

¿Se tendrían que reestructurar todos los programas sociales?
Es necesario para que se articulen o complementen. Los programas tienen que estar centrados en sectores que no pueden cubrir sus alimentos. Hay una cierta idea de que el tema nutricional es solo para niños y ancianos.

La polémica sería si esta población se acostumbrara al apoyo y no se le exigiera nada.
Es uno de los problemas. En realidad, este tipo de programas debe tener mecanismos de entrada y de salida. Además, no creo que haya argumento válido para negar apoyo a una población gravemente afectada por la falta de alimentos. Igual es un dilema ético y moral gastar miles de millones en armamento y no US$600 millones para que la gente tenga lo básico.

¿Y en el 2009 las cosas no cambiaron mucho?
Algunos alimentos que no subieron mucho el 2008 tuvieron aumentos en el 2009. Por ejemplo, el plátano, las hortalizas frescas y el pollo. Al final, la inflación que yo tengo del 2009 de alimentos y bebidas es de 4,3%.

¿Esa cifra la difunde el INEI?
Lo que pasa es que la calculo en base al índice de todo el año y respecto al promedio del 2008. El INEI hace el cálculo mensual, entonces no te dice mucho. Lo que vemos es que la inflación de alimentos es mucho mayor que la inflación total en el 2009.

¿Cuál es la razón del incremento del 2009?
Hay cadenas en que las empresas tienen más capacidad de fijar precios. En el azúcar hay capacidad de fijación de precios, pues sigue siendo muy protegida (franja de precios). Eso les da un margen.

El gobierno dijo que hubo especulación el 2008.
Eso fue un error. Sin mayor evidencia comenzaron a decir que había especulación entre los minoristas cuando fue un tema internacional. El producto más emblemático fue el aceite que subió en 40% sus precios.

¿Se justificó esa alza?
Nosotros encontramos que no, que subieron mucho más de lo que debieron. Podemos decir que Alicorp, que tiene presencia mayoritaria en el mercado, cuando subió el precio internacional, subió sus precios; pero cuando bajó, no lo hizo en la misma proporción. Luego tuvieron que ajustar el precio.

Se especula que en el mundo habría un problema inflacionario este año, y eso podría arrastrar de nuevo a los alimentos.
Lo que ocurrió el 2007 y el 2008 podría volver a ocurrir, pues continúan latentes los factores que lo originaron: la mayor demanda de alimentos de China e India y la mayor producción de biocombustibles en EE.UU. (en base al maíz). Nadie descarta que tengamos otro shock de precios; quizá no tan fuerte pero igual afectará a los peruanos. Por eso es destacable que el MEF ya esté pensando en crear un programa de seguridad alimentaria. Sería ideal que se lance rápido.

La base de las calorías: el arroz

En el estudio se determina que el arroz es el sustento base de las familias peruanas.
En el Perú, el 20% de las calorías proviene del arroz. En la sierra es 10% porque está la papa. En la selva (el arroz) también es muy consumido, aunque el plátano juega un rol importante. De los tres, el arroz es más competitivo, porque se paga menos por la cantidad de calorías, consume menos energía en su elaboración y no es perecible. Por eso, la penetración del arroz es masiva.

¿El incremento del precio del arroz en el 2008 tuvo un impacto en la dieta diaria?
Felizmente somos productores eficientes de arroz. Si no usáramos tanta agua, estaríamos mejor.

En proteínas, el pollo es la estrella.
En la costa, sobre todo. En la sierra es la carne de cordero y en la selva, el pescado.

¿Y el pescado en la costa?
Tenemos un consumo per cápita muy bajo pese a contar con un inmenso litoral. Hay un tema de hábitos, nos gusta consumir los pescados más caros. Además, no nos gusta comer nada congelado, y esa es una gran restricción para aumentar el consumo de carnes. Eso limita la cadena alimentaria industrial.



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