Por Eduardo Zegarra
El año que culmina ha sido un año difícil para todos los peruanos y peruanas. Luego de varios años de crecimiento superiores al 5% e incluso de 9% en 2008, este año terminaremos en el mejor de los casos sin crecimiento alguno. La crisis externa ha golpeado fuerte al Perú, tal y como se esperaría de una economía bastante abierta y expuesta a la caída de precios de materias primas. El sector agrario peruano no ha sido ajeno a esta crisis, y ha sentido con particular intensidad la caída de precios y la retracción del poco crédito que venía recibiendo, y sobre todo, ha seguido siendo víctima de la falta de políticas coherentes e integrales por parte del segundo gobierno de Alan García.
Uno de los sectores más perjudicados por la crisis externa fue el de los alpaqueros, que vieron el derrumbe de los precios de la fibra a niveles irrisorios a principios de año. La oligopolizada industria nacional no hizo mucho por proteger a sus proveedores, entre los más pobres del país, y ni el gobierno nacional ni gobiernos regionales lograron articular medidas efectivas para evitar el desplome de los ingresos de miles de familias alpaqueras. Es muy probable que este segmento, muy vulnerable de la población alto-andina peruana, haya tenido aumentos significativos en índices de pobreza y pobreza extrema este año.
Los productores comerciales también fueron afectados. Uno de los casos más dramáticos ha sido el algodón, que tuvo una caída en siembras de 80,000 a sólo 30,000 hectáreas en solo un año. Con el algodón sin rentabilidad, el grueso de agricultores costeños del norte, por ejempo, se orientaron a sembrar masivamente arroz, generando una sobreoferta que derrumbó los precios del grano. En conjunto, pese a ser un año con pocos problemas climáticos, el 2009 ha terminará siendo un muy mal año para la mayor parte de los agricultores nacionales.
Obviamente el sector agropexportador de grandes empresas también ha sido afectado con caídas de hasta 30% en el valor de las exportaciones orientadas tanto a USA como a la Unión Europea. Esto ha generado caídas de empleo en el sector agroindustrial, e un contexto donde los trabajadores y trabajadoras de este sector ya tienen serias dificultades por la malas prácticas de algunas empresas que no reconocen sus derechos laborales elementales. También ha sido un año difícil para miles de trabajadores en las empresas agroexportadoras costeñas que vieron una mayor precarización de sus fuentes de trabajo.
Este difícil panorama no fue adecuadamente enfrentado por los dos ministros de agricultura que hemos tenido este año. En el caso de Carlos Leyton, que recién empezaba a organizar su equipo y a definir políticas más claras para el sector, el problema fue que su proceso de aprendizaje fue muy largo para los ritmos de la realidad, y su salida a mitad de año no permitió hacer cambios significativos en un sector público agrario con graves problemas estructurales. Su sucesor, Adolfo De Córdova, es militante aprista y se ha dedicado en impulsar los controversiales Núcleos Ejecutores ordenados por el Presidente de la República el 28 de Julio, y a intentar moderar las mesas de concertación con los amazónicos (aún en proceso), pero con escasa capacidad para enfrentar los múltiples y complejos problemas de un sector como éste.
En un somero balance del 2009, seguimos con una agricultura sin políticas coherentes y estables. El MINAG no responde adecuadamente ni a coyunturas adversas como la crisis de precios y empleos de este año, ni a problemas estructurales como la falta de crédito, de tecnología e infraestructura. Para cerrar con broche de oro, el MEF retiró del Presupuesto de la República al Censo Agropecuario que iba a realizarse el 2010. Ahora no podrá haber Censo sino hasta después del 2011, y seguiremos sin una herramienta básica para diseñar y aplicar mejores políticas para nuestros dos millones de agricultores.
Uno de los sectores más perjudicados por la crisis externa fue el de los alpaqueros, que vieron el derrumbe de los precios de la fibra a niveles irrisorios a principios de año. La oligopolizada industria nacional no hizo mucho por proteger a sus proveedores, entre los más pobres del país, y ni el gobierno nacional ni gobiernos regionales lograron articular medidas efectivas para evitar el desplome de los ingresos de miles de familias alpaqueras. Es muy probable que este segmento, muy vulnerable de la población alto-andina peruana, haya tenido aumentos significativos en índices de pobreza y pobreza extrema este año.
Los productores comerciales también fueron afectados. Uno de los casos más dramáticos ha sido el algodón, que tuvo una caída en siembras de 80,000 a sólo 30,000 hectáreas en solo un año. Con el algodón sin rentabilidad, el grueso de agricultores costeños del norte, por ejempo, se orientaron a sembrar masivamente arroz, generando una sobreoferta que derrumbó los precios del grano. En conjunto, pese a ser un año con pocos problemas climáticos, el 2009 ha terminará siendo un muy mal año para la mayor parte de los agricultores nacionales.
Obviamente el sector agropexportador de grandes empresas también ha sido afectado con caídas de hasta 30% en el valor de las exportaciones orientadas tanto a USA como a la Unión Europea. Esto ha generado caídas de empleo en el sector agroindustrial, e un contexto donde los trabajadores y trabajadoras de este sector ya tienen serias dificultades por la malas prácticas de algunas empresas que no reconocen sus derechos laborales elementales. También ha sido un año difícil para miles de trabajadores en las empresas agroexportadoras costeñas que vieron una mayor precarización de sus fuentes de trabajo.
Este difícil panorama no fue adecuadamente enfrentado por los dos ministros de agricultura que hemos tenido este año. En el caso de Carlos Leyton, que recién empezaba a organizar su equipo y a definir políticas más claras para el sector, el problema fue que su proceso de aprendizaje fue muy largo para los ritmos de la realidad, y su salida a mitad de año no permitió hacer cambios significativos en un sector público agrario con graves problemas estructurales. Su sucesor, Adolfo De Córdova, es militante aprista y se ha dedicado en impulsar los controversiales Núcleos Ejecutores ordenados por el Presidente de la República el 28 de Julio, y a intentar moderar las mesas de concertación con los amazónicos (aún en proceso), pero con escasa capacidad para enfrentar los múltiples y complejos problemas de un sector como éste.
En un somero balance del 2009, seguimos con una agricultura sin políticas coherentes y estables. El MINAG no responde adecuadamente ni a coyunturas adversas como la crisis de precios y empleos de este año, ni a problemas estructurales como la falta de crédito, de tecnología e infraestructura. Para cerrar con broche de oro, el MEF retiró del Presupuesto de la República al Censo Agropecuario que iba a realizarse el 2010. Ahora no podrá haber Censo sino hasta después del 2011, y seguiremos sin una herramienta básica para diseñar y aplicar mejores políticas para nuestros dos millones de agricultores.
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