La otra crisis


Artículo publicado en El Comercio, Lunes 05 de Abril del 2010

Por Eduardo Zegarra

La discusión centrada en el crecimiento sigue predominando en el discurso económico y político en el país, ocultando importantes dimensiones del desarrollo, como la desigualdad, la falta de seguridad en el empleo y los serios problemas alimentarios y de salud que enfrenta una enorme proporción de la población. Una de las paradojas de este enfoque se observó en el 2008, cuando el país tuvo un crecimiento de 10%, pero se registraron 1,2 millones más de peruanos con déficit calórico, es decir, con insuficiencia alimentaria.

Es cierto que la crisis internacional es un tema de gran importancia, pero no es menos significativo evaluar las implicancias y lecciones de esa otra crisis, ocurrida por la dramática subida de precios de alimentos en el 2007-2008, que aún no han vuelto a sus niveles anteriores para muchos productos. Esta otra crisis sigue siendo ignorada por el actual gobierno, que prefiere no ver lo que en cierta forma le incomoda, y que no ha articulado políticas coherentes al respecto.

Pero ya diversas cifras sobre el deterioro alimentario en los años 2007-2009 vienen apareciendo paulatinamente en las encuestas de hogares. Según la Endes, por ejemplo, si bien la desnutrición infantil habría caído de 21,5% en 2008 a 19% en 2009 (una caída modesta, pero importante), cuando se desagrega la cifra resulta que toda la mejora se ha centrado en los tres quintiles no pobres de la población, mientras que en el 40% en situación de pobreza ha habido un grave aumento de la desnutrición infantil. Esto es consistente con el aumento en el déficit calórico de la población en el 2008, que ha impactado en los hogares más vulnerables.

La carencia de una política de seguridad alimentaria, pese a que el tema es de vital importancia para millones de peruanos y peruanas, no ocupa aún mucho espacio en las preocupaciones gubernamentales.

Como bien le recordó Carlos Amat al presidente García en la reciente reunión con los G64, no es recomendable seguir discutiendo solo de crecimiento agregado y de perspectivas globales sin poner en primera línea la situación de los hogares más vulnerables. Estos hogares, que podríamos estimar en 40%, son vulnerables porque tienen un muy alto gasto relativo en alimentación, y son muy propensos a sufrir problemas nutricionales y de salud dados los precarios servicios básicos y la falta de una red de protección social que limite los impactos de shock económicos o climáticos cada vez más frecuentes. Es hora de que el Gobierno y los partidos políticos dejen de lado esta mirada ciega del crecimiento (y el cemento), y se concentren más en la alimentación, educación y salud de la gente. Más importante aun, es crucial que busquemos generar acuerdos para implementar políticas sostenidas que promuevan la inclusión y reduzcan la vulnerabilidad alimentaria de millones de hogares peruanos.



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