Juntos y sus condiciones


Artículo publicado en El Comercio, Martes 24 de marzo de 2009

Por Martín Valdivia

Evaluaciones recientes del programa Juntos parecen poner en duda la capacidad del Estado de exigir a los beneficiarios el cumplimiento efectivo de las condicionalidades asociadas a la asistencia de los niños a la escuela y a los establecimientos de salud para los controles respectivos. Sin embargo, hay aspectos más importantes que la búsqueda de una aplicación estricta de esas disposiciones, la que puede ser incluso inconveniente.

Los programas de transferencias de efectivo como Juntos debieran propiciar el incremento de la inversión en la educación y salud de los niños, aun sin que el programa imponga las condiciones, dado que los padres valoran el bienestar de sus hijos. Pero en nuestras zonas rurales, los hogares muchas veces dejan de enviar a sus hijos a la escuela, en parte por necesidad, pero también por la escasa calidad de la educación que ahí reciben.

El peligro con estos programas es que soslayan esos problemas de calidad. De todas maneras, las condiciones se justifican cuando se piensa que la madre valora más el bienestar de sus hijos y, además, corresponde empoderarla en pro de la equidad de género.

Pero la aplicación estricta de los condicionantes también tiene sus bemoles. Ciertamente, hay problemas logísticos y de coordinación interinstitucional para conectar las transferencias a su cumplimiento. Pero más importantes son las complicaciones políticas y éticas de una aplicación estricta de las obligaciones mencionadas. Un primer problema potencial es que los funcionarios de las escuelas y centros de salud usen el mayor poder recibido de forma arbitraria, abusiva o corrupta, que ocurre frecuentemente por la falta de una tradición participativa en la gestión de estos servicios.

De otro lado, las familias más pobres tienen más dificultades para sostener a sus niños en las escuelas o llevarlos a los controles respectivos, por ejemplo, porque residen en lugares más remotos donde no hay escuelas o centros de salud. ¿Es recomendable en esos casos retirarles el subsidio a esas familias?
Ahora bien, no propongo eliminar las condiciones, pero su aplicación debe manejarse con mucho criterio para no afectar a los más necesitados. Versiones similares de este programa, como el Progresa mexicano, fue aplicado de manera “criteriosa”. Asimismo, Ecuador y Sudáfrica tuvieron transferencias no condicionadas que en algunos casos produjeron mayores impactos.

¿Qué hacer? Ciertamente, mejorar la calidad del monitoreo de los efectos sobre la salud y educación, porque el programa debe seguir siendo evaluado sobre esas bases. Pero la aplicación de las condiciones al nivel de los hogares debe ser “criteriosa” para no perjudicar a los más pobres. Más bien, el énfasis debe ser puesto en otorgar los recursos y especialmente los incentivos correctos para mejorar la calidad de esos servicios, ampliando así las oportunidades de las próximas generaciones.



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Una propuesta correcta


Artículo publicado en El Comercio, Lunes 16 de marzo de 2009

Por Eduardo Zegarra

El presidente Alan García ha propuesto a Edmundo Beteta como contralor. Personalmente no simpatizo con el presidente García, pero creo que su propuesta en este caso es acertada y ecuánime. Conozco a Edmundo Beteta desde hace más de 20 años, estudiamos juntos en la Universidad Católica, coincidimos un corto período de trabajo en Apoyo, hemos seguido en contacto desde cuando se fue a Chile, donde estudió una exigente maestría en Economía, y ejerció la docencia y el trabajo de consultoría para el sector público con enorme éxito en el competitivo mercado chileno.

La oposición puede tener algo de razón al exigirle al presidente que cumpla con su promesa electoral de nombrar a alguien propuesto por ella. Sin embargo, dicha promesa no era la mejor opción para los peruanos. No necesitamos un contralor que tenga vínculos políticos con algún partido que pueda ejercer el poder en el 2011, incluyendo el partido de gobierno. En este aspecto Edmundo Beteta es una persona adecuada, no tiene vínculos políticos con ningún partido y su personalidad ha sido siempre la de una persona de criterio independiente al tomar decisiones. Uno de mis recuerdos más nítidos de Edmundo es cuando ejerció el cargo de fiscal de letras, en el que supo ejercer con objetividad y la necesaria neutralidad una responsabilidad siempre difícil en época de elecciones. Hoy la contraloría necesita a alguien así.

Se ha dicho equivocadamente que Edmundo Beteta es “amigo” del ministro Luis Carranza. El propio ministro se ha encargado de desmentirlo y en mi caso también confirmo lo dicho. Los tres estudiamos en la misma época y en la facultad Edmundo estuvo siempre más cerca de nuestro grupo más progresista de estudiantes de Economía, donde fuimos ambos miembros del centro federado y luego Edmundo fue presidente de este gremio de estudiantes en la facultad. No hubo nunca mucha cercanía entre las ideas económicas de Edmundo Beteta y Luis Carranza, ni parece haberla ahora.

La comisión del Congreso que debe evaluar la candidatura de Edmundo Beteta a la contraloría tiene todo el derecho de pedir y obtener toda la información necesaria sobre el candidato. En la práctica, la mayor parte son formalidades por ser absueltas rápidamente. Sin embargo, es claro que los congresistas no llegarán a conocer a la persona en tan pocos días. Al respecto, mi aporte para aquellos congresistas de buena fe es simple y sencillo. Beteta es un buen candidato a contralor, precisamente porque es y será absolutamente independiente. Con él como contralor, estoy seguro de que se harán cumplir con firmeza las leyes y se modernizará una institución crucial para que nuestro Estado funcione mejor. Tanto oficialistas como opositores deberían apoyar una candidatura que en este caso no tiene “cercanías” de ningún tipo con nuestra clase política y que puede ser una parte de la solución para la urgente reforma del Estado Peruano en los próximos años.



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